El Cruceiro de Berdoias se alza en el adro de la parroquia de San Pedro de Berdoias (Vimianzo, Costa da Morte) como un testigo de la Edad Moderna (siglos XVI–XVIII) y de la devoción popular gallega. Hecho íntegramente en granito, conserva ese aire sobrio que dialoga con el paisaje y con la memoria de quienes se detienen a orar o a contemplarlo.
La pieza se asienta sobre una plataforma cuadrangular y un pedestal cúbico con inscripciones hoy ilegibles. De él parte un fuste octogonal que, a un tercio de su altura, incorpora la imagen de San Pedro, recordando a la feligresía el patrón de la parroquia. Ese detalle intermedio aporta ritmo al conjunto y lo humaniza, acercando el cruceiro a la escala del visitante.
El capitel cilíndrico luce astrágalo circular liso, ábaco de lados curvos con vértices achaflanados, volutas y cabezas de ángel aladas; señales de un lenguaje barroco que, con el tiempo, parece haber sido reparado con piezas de hierro. Sobre él se eleva la cruz cuadrangular, de brazos achaflanados y remates florenzados con un botón central, solución muy característica en la tradición gallega.
En el anverso aparece Cristo crucificado con tres clavos, la cabeza ligeramente inclinada a la derecha y la corona de espinas, con la cartela INRI sobre la cruz. Las manos abiertas y el paño de pureza anudado a la izquierda completan la escena. En el reverso, la Piedad se apoya sobre la peana de un ángel alado. La cruz, ligeramente ladeada a la derecha, añade un matiz de tiempo vivido a una obra que sigue convocando silencio y respeto.





