Frente a la Iglesia de Santa Baia de Dumbría, en la misma plaza de A Grixa (Dumbría, A Coruña), se alza un crucero de granito que detiene el paso del caminante del Camino de Fisterra–Muxía. Su presencia, serena y protectora, acompaña la vida cotidiana de la aldea y ofrece un remanso de silencio a quien busca un instante de contemplación antes de seguir la ruta.
El conjunto se eleva sobre una plataforma cuadrangular de cuatro escalones y un pedestal cúbico rematado en chaflán, con una mesa pétrea junto al último peldaño que habla de antiguas ofrendas y rezos. Desde ahí arranca el varal octogonal, sobrio y bien proporcionado, que conduce la mirada hacia la parte alta del monumento.
El capitel corintio luce hojas de ápice grueso y redondeado, y sostiene una cruz octogonal con remates florales y botón central, una iconografía muy arraigada en la tradición gallega. La piedra, trabajada con oficio, conserva el pulso del tiempo y el cuidado de las manos que la labraron.
En el anverso, Cristo crucificado con tres clavos presenta la cabeza erguida, corona de espinas y la cartela INRI; las manos abiertas y el pie derecho sobre el izquierdo subrayan la expresividad del conjunto, con el paño de pureza anudado a la derecha. En el reverso, la Virgen en oración, con las manos juntas, se posa sobre la peaña de un ángel alado, completando una escena de fe y consuelo para vecinos, visitantes y peregrinos.



